La
idea del arranque seguro es mantener "llaves secretas" dentro del
propio BIOS. Estas llaves se utilizarán para firmar todo aquello que esté
permitido ejecutar, como por ejemplo los sistemas operativos. En caso de que el
sistema operativo que elijamos no se encuentre firmado por una llave existente,
no podrá ser posible arrancarlo. Esto mismo es extensible a los drivers y demás
programas.
Si
bien la idea del arranque seguro es noble (evitar la ejecución de aplicaciones
y sistemas maliciosos), el problema viene a la hora de tratar con Linux. Como
todos sabemos, son muchas las distribuciones disponibles, y no necesariamente
tienen que ser conocidas, ya que cada uno puede montarse su propia
distribución. Pues bien, efectivamente, todo parece indicar que Windows 8
podría dejar afuera a dichas distribuciones, apartando a Linux (o, en el mejor
de los casos, a las distribuciones menos conocidas) y bloqueando su arranque.
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