Años atrás, los chicos tenían la ilusión por la llegada de
los Reyes Magos. Mis hermanos y yo, poníamos los zapatos, agua y pasto para los
camellos.
Despertábamos alborotados, buscando los regalos que
abríamos con mucha alegría. Eran tiempos de inocencia y credibilidad. Ojalá que
esta noche de Reyes sea tan mágica como la que viví en mi lejana infancia. Pero
que además de regalos, traiga a todos los chicos una mejor calidad de vida. Al
decir esto, pienso en el aumento del trabajo infantil, en las múltiples situaciones
de violencia familiar, en aquellos que son iniciados en forma temprana en el
delito por sus propios padres.
Quizás los Reyes Magos recuerden la Declaración de los
Derechos del Niño y traigan una magia especial, para que los futuros hombres
del mañana tengan una infancia más feliz.
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