En este rango, el miedo a la deshumanización es muy grande, y cuando se observa a las máquinas construidas por la lógica de información, del control, de la dominación, y se percibe su limpieza, su exactitud, su poder de manejo de datos, su precisisión entonces el pavor aparece. Es como un monstruo hecho a la imagen y semejanza del tirano, del dictador, de la lógica vertical. Entonces la paranoia aparece, se reproduce la misma lógica de la dominación, la máquina puede dominarme, por tanto debo destruirla o someterla antes que lo haga ella conmigo. Bien, imágenes del pasado pero con nuevos protagonistas. Pero resulta que ese escenario no es el único. La lógica de comunicación, de la vida horizontal, de diálogo, de la interacción, del enriquecimiento mutuo también está presente, y gana espacio gracias a la red de relaciones, no gracias a la concentración de información en un solo lugar. La red es la respuesta a la paranoia de la sociedad de información; entre más grande, entre más múltiple y diversa, menos posibilidades de control central autárquico. El monstruo se desvance, aparece una nueva sociedad con una nueva cultura, la cibersociedad y la cibercultura. El paisaje de la cultura es la diversidad, formas distintas en las que los seres humanos han ordenado el sentido de sus vidas. La cultura es el espectáculo de lo humano por excelencia. Hoy mismo el planeta ofrece un mosaico amplio y denso de pluralidades y de distinciones. Esa es la primera impresión, como algo calificable de humano puede tomar tan variadas formas. Es asombroso. Y si la mirada se dirige hacia el pasado el efecto es tan o más cautivador. Pero de inmediato se inicia el segundo nivel de la observación: distinguir lo diferente y lo semejante, lo estable y lo inestable, lo único y lo regular. Las formas culturales en una segunda mirada pueden ser clasificadas y jerarquizadas, y ahí se abre un nuevo abanico de posibilidades. Todo aquello tan diferente empieza a parecer en patrones de semejanza y de diferencia; nacen los sentidos segundos que permiten comprender ciertos resortes de orden y organización detrás de lo aparentemente estallado en lo múltiple.
La mirada a lo cultural es una mirada de la mirada, un sentido de los sentidos, una configuración de significado de que significa. La reflexividad semiótica encuentra en la cultura su justificación y su coartada. Porqu algo semejante significa algo tan distinto, porque algo tan distinto significa algo semejante. El curso de las sorpresas es inacabable, el camino de la exploración comparativa inagotable. A veces todo parece un capricho, una casualidad, una circunstancia accidental, y en otras ocasiones un sentido profundo ordenado y coherente. La cultura fascina por su evidencia y por su hermetismo.
Cada ecología humana particular posee un sentido de sí misma, tanto en la práctica como en el símbolo. Mirando sistemáticamente a las formas sociales aparecen configuraciones de sentido que corresponden a ciertas prácticas. La mirada ecológica es más poderosa que la social o la cultural, porque las incluye y relaciona. Así, formas culturales cerradas, como las de las sociedades del texto, de información, se van abriendo hacia formas de comunicación, de sociedades discursivas, de escritura, de hipertexto.
La sociedad del ciberespacio es una nueva forma ecológica en el devenir humano. El espacio humano llegó a un punto tal de construcción que produjo una nueva frontera por explorar y por colonizar. El mundo natural ha sido humanizado por la ecología urbana. El mundo moderno industrial ha colonizado al planeta de forma tal, que recursos y energía están en un estado de emergencia. La ecología del mundo moderno tiene rostros múltiples, desde la barbarie de la robotización de lo social hasta la subordinación de formas sociales no modernas que están dentro de su dominio pero no configuradas al tope en su lógica y en su organización. Pero la concentración ha sido tal, la organización ecológica ha sido tal en el corazón del mundo moderno, que surgió un nuevo umbral de complejidad. Algo que llama a nuevos tipos de relaciones sociales, a la construcción de un nuevo tipo de civilización. En el corazón del mundo industrial moderno nace la cibersociedad, y con ella la cibercultura correspondiente. El ciberespacio está abierto, y nuevos colonos aparecen y lo ocupan. Una nuevo socialización está en emergencia, algo distinto y semejante, una vez más. El mundo ha cambiado, un nuevo territorio ha nacido, extenso e inmenso. Y casi cualquiera lo puede explorar y ocupar, casi. Y esa es una enorme novedad que se difunde como llamarada en hojas secas.
La información y la comunicación son la clave. Las sociedades cerradas ocupan una forma limitada de información, les basta lo poco, a pesar de su complejidad. Las sociedades abiertas requieren una cantidad indeterminada de información. Tienen la peculiaridad de cambiar, de moverse, no hay certidumbre sobre su estado de configuración, la información procesada reconfigura su movimiento a cada momento, su metabolismo de información es inestable y voraz. El punto es que ciertas sociedades de información se abrieron para cambiar, o cambiaron para abrirse. Cualquiera sea el caso sus necesidades de información aumentaron, tanto que no era posible procesar toda la que producían. Y de pronto las vías verticales no fueron suficientes, aunque se fortalecieran y se ensancharan. Aparecen los vínculos horizontales, los verticales se relajan, liberan tensión, las redes buscan vías horizontales de expansión. El espacio horizontal era inmenso y territorio inexplorado. La velocidad de lo horizontal aumenta. Los ejes verticales perciben una nueva energía, toman aire, se vinculan a las nuevas redes horizontales. La sociedad se complejiza, la información circula cada vez mayor a velocidad. Nadie sabe todas las direcciones de su movimiento, la sociedad está viva como nunca.
Lo que muestra a la sociedad las capacidades de las relaciones horizontales es el ciberespacio. Internet funciona como una metáfora vital de las posibilidades del contacto múltiple horizontal, permite la multinteractividad. Muchos voltean a ver las nuevas posibilidades, ensayan, exploran, se multiplican experimentos. Con mayor frecuencia quieren probar, quieren saber. La cibercultura ha nacido, una nueva forma de construcción de vida social a través de nuevas formas de contacto y de relación, de vínculo. Esto es nuevo. Una nueva percepción se configura.
Las máquinas inteligentes y la interactividad. Nuevos actores y nuevas percepciones
La cibercultura tiene de entrada una doble configuración en su exploración conceptual. Por una parte está la banda de la cibernética y de la teoría de sistemas. Ésta es una veta ecológica que toca a la cultura con la vivencia del pensamiento complejo contemporáneo y supone una construcción de la vida a través de categorías y de visiones emergentes. Este es todo un plan de trabajo que requiere una reconfiguración de la sociedad contemporánea desde nuevos esquemas perceptuales que le dan una profundidad y proyección muy grandes. Ésta es una labor que tiene poco de iniciada y todavía tiene mucho que dar. El segundo frente parte de lo empírico, del reconocimiento de nuevas realidades que impulsan a nuevos conceptos y percepciones, este es el marco de las nuevas tecnologías, en particular las relacionadas con la información, y en especial las que son calificadas como inteligentes, desde una mirada compleja del mundo digital.
En la primera visión quizás los más sugerente es la perspectiva de la virtualidad. En el marco conceptual de lo virtual, los mundos son sintetizados a partir de ciertos modelos de construcción simbólica. El punto clave es que las tecnologías de construcción de lo virtual han abierto el concepto a todo el mundo real anterior. Esto es clave para la noción de cibercultura. En el pasado reciente se consideraban mundos reales a los que los actores vivían desde sus miradas y desde sus situaciones de vida. Ahora esos mundos también forman parte de la virtualidad en tanto son sintetizados desde algún esquema de construcción perceptual. El asunto es que la cultura pasa entonces del mundo sintetizado al modelo que lo sintetiza. Es decir, aquello de la metáfora de la grámatica y del texto. La cultura era texto en cierta mirada, lo que aparecía, lo que acontecía. El discurso cultural era una serie de catálogos de la fenomenología de lo social. En la segunda metáfora, la gramática ocupa el lugar central. Ahora es el modelo de síntesis virtual el importante, no lo que aparece. Pero falta lo mejor. La virtualidad es una actividad constructiva, no representacional o contemplativa. Es decir, el énfasis está puesto no en el mundo vivido o que se vive, lo que había sido el objeto de la mirada cultural en el pasado, sino el mundo por vivir, por construir, el futuro. La importancia del modelo lleva la mirada y la intención a la construcción de mundos posibles a partir de los modelos que los pueden sintetizar. Y el mensaje es: tú puedes vivir en los mundos que puedes crear a partir de los recursos disponibles para reconfigurar tu percepción de la vida.
Esta dimensión de la cibercultura la hace muy distinta a la cultura tradicional, moderna o no. El mundo puede cambiar, y además el énfasis está en su transformación. el pasado, el texto, la identidad, la inmovilidad, quedan detrás; lo que importa es lo que se puede hacer, la acción, no la imagen de lo que es que inmoviliza, o la representación de lo que puede ser, que la posterga. El mundo cibercultural es el que se está construyendo ahora, el que se teje en este momento. Y la mirada social, cultural, no está en lo que aparece, mundo virtual, sino en lo que lo hace aparecer, sintetizador de la virtualidad. Nuevamente es el ciberespacio el que posibilita esta situación. En el ciberespacio es más sencillo por ahora imaginar la práctica de la creación costante y acelerada. Pero la metáfora va más allá, impacta al seudo mundo real y nos invita a modificarlo, a transformarlo. La cibercultura es revolucionaria.
Queda entonces la segunda veta, la que llega de la reflexión sobre las nuevas tecnologías, en particular la interacción con máquinas inteligentes. Este es un universo de posibilidades. Hay un énfasis muy grande en la competencia cibercultural cuando se observa la empatía y práctica de interacción con máquinas de información, computadoras en particular. Y el fenómeno se hace incluso más complejo cuando esta relación opera en una red de interacciones entre seres humanos y máquinas, donde la red los implica a ambos, constituyendo una nueva configuración mixta, humana y de máquinas. Esta es la segunda gran imagen de la cibercultura
consultado:
http://tallercomunicacionym.blogspot.com/2010_08_01_archive.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Cibercultura
http://www.naya.org.ar/congreso2000/ponencias/Ricard_Faura.htm
consultado:
http://tallercomunicacionym.blogspot.com/2010_08_01_archive.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Cibercultura
http://www.naya.org.ar/congreso2000/ponencias/Ricard_Faura.htm
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