Sistematizando la experiencia en el proyecto Canaima






Canaima GNU/Linux, la distribución nacional oficial, nace siendo un proyecto tecnológico que debía suplir una necesidad informática puntual de la Administración Púbica Nacional (APN); sin embargo, la potencialidad, en tanto nace al calor de los 5 motores de nuestra revolución, hizo que un grupo de activistas nos plantéasemos el reto de ensayar una nueva visión de la gestión y orientación de este tipo de proyectos. Este breve papel de trabajo resume, a muy grandes rasgos, las principales ideas que nos han motivado, y nos motivan, así como los resultados obtenidos.

¿Cómo debe ser la gestión de proyectos tecnológicos desde los colectivos?
Esta primera pregunta fue la detonante de nuestros procesos de reflexión y para ello empezamos por generar una hipótesis:
Las instituciones públicas, en tanto parte del Estado, participan en igualdad de condiciones en los proyectos: ellas no son decisoras, son articuladoras y como tales participan, corresponsablemente, como un miembro más en proyectos con roles definidos en función del bien común, generando las condiciones para que, en concordancia con lo establecido en la Constitución, el pueblo garantice su completo desarrollo tanto individual como colectivo.”

Esta idea asume el momento constituyente como continuum monstrando vías para su concresión; una de las fundamentales fue la apropiación de la plataforma tecnológica (servidores informáticos) por parte de los activistas. En este sentido, se logró que el CNTI cediese el control absoluto de uno de ellos destinados al proyecto Canaima a activistas de la comunidad extra-institucional (aquella que no hace vida en la APN) para que potenciasen dicho proyecto; seguidamente, esta gestión colectiva impulsó la masificación de los servicios y la incoporación de colectivos afines a los preceptos y filosofía del Conocimiento y del Software Libre; esta masificación buscaba, principalmente, generar un sentido de pertenencia para con el proyecto y sumar voluntades para dar la lucha que el burocratismo buscaría impulsar (atendiendo a su naturaleza) el día que despertase y se diese cuenta del espacio cedido...y perdido; los recursos informáticos en esta plataforma fueron cedidos en términos basados en la confianza, corresponsabilidad y bien común: nuestros abuelos decían “la palabra es sagrada” y en tanto sagrada no necesitamos de un pretendido contrato para empezar a construir el socialismo.

Algunos dirán que esos recursos fueron asignados “cogollísticamente” o “entre gallos y medianoche”; sutilezas del discurso que, a falta de mayor argumentación, no ve que estratégicamente existen momentos en que las decisiones deben tomarse, asumiendo que el otro actuará en función del bien colectivo. La constitucion es preclara en esto: se parte de la inocencia. Más allá, el saldo histórico habla por sí sólo.
Luego de este encuentro, participativo y protagónico extraordinario se cuentan más de 15 colectivos comprometidos, distribuídos a todo lo largo y ancho del país, que impulsan desde allí actividades que impactan sobre las varias esferas del conocimiento libre (apropiación, transferencia del conocimiento libre).
El modelo organizacional fue otro punto neurálgico que se necesitó afrontar; para ello, partimos de una horizontalidad, en la cual la praxis primó y prima. Esta horizontalidad no niega que, en algunos momentos, surja o emerja desde el reconocimiento colectivo, un liderazgo que impulse iniciativas que atiendan y desarrollen el bien común, lo que ella sí niega es la pretendida imposición de 

“liderazgos” desde instancias externas o internas:
Los liderazgos son reconocidos por las virtudes expresadas en la praxis”

Así mismo, las necesidades volcadas desde esta forma de trabajo no coincidieron siempre con las necesidades requeridas por la institucionalidad. Esto es completamente entendible si asumimos una cosmovisión en la cual se parte desde el reconocimiento entre los integrantes de esa comunidad: cada quien tiene ritmos propios, dinámicas que no necesariamente coinciden con la del otro, mas ambos aspiran confluir en el bien común, en lo colectivo, primando esto sobre lo primero.

Ciertamente que este modelo trajo roces, entendibles desde las premisas expuestas anteriormente. Uno de ellos fue el suscitado con cantv, cuya descripción puede ser consultada en el artículo de aporrea que hiciésemos en esa oportunidad[1] en el cual exponíamos la visión del modelo organizacional que impulsábamos en ese momento, el mismo que tenemos ahora con prácticas maduras propias de la experiencia, visión que contrastaba frontalmente con las políticas y prácticas “corporativas” que ellos tienen para sus “clientes”.

En esta misma vía, otra arista explotada desde el accionar de este colectivo, ha sido el de que las relaciones entre el Estado y los colectivos (y viceversa) que deben afrontar nuevas formas de gestión de los proyectos de Ciencia y Tecnología, no fomenten relaciones clientelares sino de corresponsabilidad:

Estado, en tanto administrador de recursos, debe facilitar las vías para que los proyectos sean autogestionados y ejerzan su papel protagónico y no debe ver a los colectivos como proveedores a los cuales requerirles servicios que tiendan a optimizar estructuras que, no siempre, están acordes con los tiempos y el hacer revolución.
Producto de estas reflexiones, igualmente, hemos impulsado las “cayapas”, que son la máxima expresión de la voluntad de los colectivos, en la cual coincidimos para definir las líneas políticas, ideológicas y tecnológicas del proyecto:

Canaima no es sólo código, no es sólo proyecto interinstitucional, Canaima no es el aparatico que se distribuye en las escuelas, es esta construcción colectiva, es un discurso que sobrepasa al discurso burocratista, es la sonrisa en cada niño que recibe el fruto de este esfuerzo colectivo”

Estas reuniones, la de las Cayapas, se dan con una frecuencia no mayor a 6 meses y han sido itinerantes, dando prioridad en su realización a ubicaciones geográficas en las cuales las condiciones tecnológicas no son las más óptimas en aras de incluir a territorios que, históricamente, han sido olvidadas por la visión tecnológicista de este tipo de proyectos; incluso, en su organización hemos inventado el cómo hacerlas, nacen del colectivo, se conciertan desde el colectivo, se impulsan desde el colectivo, se hacen y maduran en colectivo.
Paralelamente, buscamos desarrollar, ahora, dos ideas para la organización de Canaima como proyecto sociotecnológico: la del “chamán” como líder natural emergente del proyecto, figura consensuada en el colectivo que recae en activistas con una comprensión cabal del proyecto y sus aristas (legal, política, ideológica, tecnológica, filosófica) los cuales realizan un proceso continuo de guiar a aquellos que desean participar en el proyecto y asumir responsabilidades en él. Ser Chamán no es un premio, no es un título que exhibir, es una gran responsabilidad.

La otra vertiente atendida es aquella del modelo organizacional que se guía tradicional y anacrónicamente por el binomio responsabilidad-sanción; no debe existir sanción individual en tanto el afrontar del proyecto es colectivo, ante la sanción individual, la sanción colectiva. De hecho, no deben existir instancias especializadas en la “administración de justicia” (generadoras de castigos, sanciones) ya que dicha instancia es el colectivo; sin embargo, somos firmes creyentes de que la responsabilidad debe ser asumida por quien haya cometida una falta, expresando su error como una forma de responsabilidad ante el colectivo para que, juntos, logren subsanar la práctica en la que se erró.
Hoy día, un breve balance de toda este ensayo extraodrinario puede ser resumido en:
  • Más de 15 colectivos impulsados entre los que destacan, canaima universitario (surgido desde las entrañas del PNF), colibrí, forense, comunal
  • Más de 5 cayapas realizadas a lo largo del país
  • Una plataforma administrada comunitariamente
  • Ensayo de nuevos modelos organizacionales, como el expresado en este documento
  • Exposición de estas prácticas en diferentes foros nacionales e internacionales.
  • Trabajo articulado con el CNTI en aras de fomentar nuevas vías de gestión de estos proyectos
  • Ideario existente detrás de normas técnicas para la APN en las cuales se manejan los términos impulsados desde este colectivo.
  • Aprendizaje y reflexión desde una práctica alterna aportando en la formación del servidor público revolucionario.
Para finalizar, estamos conscientes de nuestras debilidades metodológicas, de que por nuestros hemos tenido desencuentros con la institucionalidad endogámicamente instituída, pero de manera muy responsable nuestro trabajo, nuestras arrecheras, nuestro sudor, nuestras lágrimas, nuestro amor, nuestras alegrías, nuestros motivos (praxis como gustan repetir los intelectuales) han estado signados por la revolución, por la creencia de que otra realidad es posible, por la profunda convicción de que el socialismo es el ser humano; así mismo sabemos, indefectiblemente, que nuestro obrar va en contra de ese aparato burocrático anquilosado, esclerotizado, autista en su verticalizada relación con otros, por lo que profesamos la ideología de que “o inventamos o erramos” buscando nunca abstraerla del contexto en que el Maestro Rodríguez la pensó: ¿serán las instituciones actuales las que requerimos para esta sociedad o necesitamos “inventar” otras? Y añadimos, ¿será que este proyecto lo afrontaremos con un modelo “cuadradito” o soñando despertaremos para encontrarlo redondito, triangular, ovalado, heptagonal, lleno de pueblo? ¿será que necesitamos pedir permiso para soñarlo? o como dice Silvio, “El sueño se hace a mano y sin permiso”.


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